A través del decreto 439/2025, el gobierno argentino restableció las retenciones a las exportaciones de productos agrícolas a los niveles vigentes antes de enero de este año. La soja vuelve a tributar un 33 %, mientras que el maíz y el sorgo aumentan del 9,5 % al 12 %, y el girasol del 5,5 % al 7 %.
La medida, que entró en vigencia este lunes, no afecta por el momento a los cultivos invernales: trigo y cebada conservarán la alícuota reducida del 9,5 % hasta el 31 de marzo de 2026, siempre que se cumpla con la condición de liquidar el 90 % de las divisas dentro de los 30 días hábiles posteriores a la declaración de exportación.
La decisión generó un movimiento anticipado de ventas durante el mes de junio. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, se comercializaron entre 4 y 4,7 millones de toneladas de soja antes del ajuste, alcanzando ingresos por casi 4.000 millones de dólares.
Sin embargo, el primer día con la nueva normativa mostró un freno en la actividad comercial, con una fuerte caída en la operatoria de granos y ajustes a la baja en los precios de los contratos futuros.
Preocupación en el sector productivo
Las principales entidades del agro manifestaron su rechazo a la medida y advirtieron sobre el impacto negativo en la rentabilidad de los productores. Estudios de CREA señalan que, con las nuevas retenciones, la soja de primera sería inviable en hasta el 80 % del área sembrada, y el doble cultivo trigo/soja registraría pérdidas en más del 85 % de la superficie.
“Este retroceso en la política tributaria atenta contra la producción y desalienta la inversión. Venimos de años complicados, y este golpe puede dejar fuera del sistema a muchos productores”, señalaron desde la Mesa de Enlace.
