La campaña agrícola actual se caracteriza por una intensificación en el uso de tecnología que busca optimizar los rendimientos, aunque los resultados iniciales muestran una marcada disparidad entre cultivos. La ambición por escalar en kilos por hectárea se mantiene como el principal motor de la «movida agrícola», con la soja consolidándose como la protagonista.
El cultivo de colza ha sido uno de los focos de innovación. Los productores han invertido en variedades de alto potencial y manejo preciso, apostando por rendimientos récord. Sin embargo, los resultados en campo han sido dispares.
Mientras algunas zonas, con condiciones óptimas de clima y manejo, lograron cosechas superiores a la media, otras enfrentaron problemas que limitaron la expresión de ese potencial, lo que genera cautela en la expectativa final del promedio nacional. Esto subraya la alta dependencia de este cultivo a las condiciones microclimáticas específicas.
