En los últimos 60 años, la humanidad ha logrado notorios avances en múltiples campos, siendo
el sector astronáutico uno de los más destacados, tanto por su utilidad como por su
espectacularidad. Esa contínua evolución de la tecnología, sumada a la democratización del
espacio en forma de minisatélites y microsatélites, es la que está permitiendo que los
agricultores hagan una transición progresiva hacia prácticas agrícolas más sostenibles.
Ya no solo importa el rendimiento de los cultivos, especialmente si tenemos en cuenta que la
población mundial no deja de crecer, también es necesario hacerlo de forma sostenible para
eliminar o mitigar diversos retos que afectan a la seguridad alimentaria mundial, como el
cambio climático o la escasez de algunos recursos.
Aplicaciones de las imágenes satelitales en la agricultura
Disponer de una vista satelital en vivo es poco realista para la mayoría de los agricultores,
debido a su coste y disponibilidad, pero eso no significa que no se puedan obtener imágenes
satelitales tomadas hace apenas unas horas que pueden ayudar a gestionar mejor las
explotaciones agrícolas.
El principal uso de cualquier imagen satelital en la agricultura es la de tener una vista general
del campo, aunque no el único. Cuanto más grande es un campo, más costoso e inefectivo es
recorrerlo a pie en busca de posibles problemas. Una imagen con suficiente resolución puede
ser suficiente para detectar plantas con menos verdor, lo cual seguramente indique la
presencia de alguna plaga o enfermedad, o el crecimiento de maleza en la zona, que compite
por los recursos del suelo.
No obstante, no todos los problemas que puede sufrir una planta son visibles por el ojo
humano. Es ahí donde estas imágenes de satélite en tiempo casi real sirven de base para
aplicar índices de vegetación, cálculos matemáticos basados en diferentes longitudes de onda
que pueden revelar información adicional. Por ejemplo, el índice ReCl, apoyándose en el
infrarrojo cercano y la banda del rojo visible, detecta los niveles de clorofila de las plantas, lo
cual permite determinar si hay zonas con follaje amarillo o descolorido.
A partir de estas imágenes con índices aplicados, los agricultores pueden ampliar el uso de esta
tecnología en su gestión del campo. Por un lado, estas imágenes satelitales son muy útiles para
la creación de mapas de cultivos sobre la salud o la productividad de las plantas en un
determinado campo o región. Asimismo, son la base para la creación de mapas VRA (aplicación
de tasa variable de insumos) con los que los agricultores pueden optimizar el uso de
fertilizantes, agua y otros productos en función de las necesidades de cada zona del campo.
Por último, en combinación con tecnología avanzada, como el aprendizaje automático o la
inteligencia artificial, la creación de modelos de análisis predictivos ha experimentado un gran
auge ante la posibilidad de disponer de estimaciones realistas de la cantidad de cosecha que se
obtendrá en una temporada.
La transformación de los seguros agrícolas
Otro sector que ha acogido con los brazos abiertos la tecnología espacial es el sector de los
seguros. Históricamente, la tramitación de un siniestro suponía un auténtico quebradero de
cabeza para las compañías de seguros: además de tener que acudir de forma presencial al
campo, no siempre era fácil adivinar si se trataba de un problema provocado por la
meteorología o como consecuencia de una gestión negligente por parte del agricultor.
La mayor disponibilidad de información geoespacial, sumada a datos históricos de rendimiento
de los cultivos en la región o el campo y datos meteorológicos históricos, ha abierto la puerta a
una tramitación de los siniestros más rápida y precisa, con una evaluación que puede
realizarse incluso de forma remota. Esos mismos datos también pueden servir para mejorar el
sistema de créditos agrícolas, en base al potencial riesgo y al historial de rendimiento.
Por ejemplo, si se prevé que la zona sufrirá un periodo breve de sequía y el agricultor no riega
el campo para mitigar este efecto (demostrable mediante el índice de humedad NDMI), el
seguro podría no compensar las pérdidas al entender que el agricultor no hizo lo posible por
salvar su cosecha.
La necesidad de automatización y aplicar un enfoque global
La monitorización por satélite y el análisis de imágenes satelitales facilitan el trabajo en el
campo, pero por sí solos no garantizan que una explotación tenga éxito. Si los datos satelitales
indican que hace falta regar, esa información puede acabar siendo inservible si el agricultor no
dispone de suficiente mano de obra para regar de forma proporcional en cada sección del
campo o cuenta con un sistema automatizado de riego de caudal variable.
Lo mismo sucede con la evaluación de la calidad del suelo. Los datos satelitales pueden
mostrar que una parte del campo tiene problemas, pero es posible que no pueda proporcionar
una comprensión completa del problema; para ello, haría falta un análisis químico de las
propiedades del suelo in situ.
Así pues, la tecnología satelital es una más de la lista de herramientas de las que un agricultor
debe disponer para tener éxito en el campo. El nivel de digitalización y automatización de las
explotaciones es igual de importante que contar con información geoespacial relevante, de ahí
la necesidad de implementar tecnologías que modernicen y faciliten las labores de campo.
El papel transformador de las imágenes satelitales en la agricultura supone un importante
salto adelante en nuestra forma de enfocar la agricultura. Gracias a esta tecnología, los
agricultores ahora pueden disponer de un conocimiento exhaustivo de sus campos, lo que
garantiza una mejor toma de decisiones y una optimización en las operaciones. A medida que
el potencial de esta tecnología aumenta, la agricultura será no solo más productiva, también
más respetuosa con el medioambiente.