Escribe Maurio Agustins*
Las últimas zafras el negocio agrícola ha estado en una situación límite. Luego del excelente año 2021/22, tuvimos el peor resultado de la historia con la gran sequía del 2022/23, y cuando pensábamos que el 2023/24 nos iba a dar un respiro y se iba a empezar “a sacar la cabeza fuera del agua”, tuvimos un otoño extremadamente llovedor, que terminó generando pérdidas y sobrecostos altísimos, terminando un año agrícola prácticamente en con un empate o con un margen relativamente bajo, que poco ayuda a tapar el hueco de la pasada sequía.
Si esto fuera poco, las condiciones de siembra para los cultivos de invierno 2024/25 fueron muy malas, lo que llevó a tener problemas de implantación, siembras tardías y en muchos casos bajar el área presupuestada para este semestre.
En base a esto, queda claro que la próxima zafra de cultivos de verano tiene una importancia capital para el sector agrícola. Pero lamentablemente, el panorama no es alentador: precios muy deprimidos, la fecha de siembra de los cultivos de segunda (una de las variables más determinantes del rendimiento) será tardía debido al atraso en los cultivos de invierno y además, se pronostica una Fase ENSO Niña, lo que significaría mayor probabilidad de tener lluvias por debajo de lo normal en el verano.
Cómo podemos ver en los resultados presupuestados para los cultivos, el panorama no es nada alentador, pero podemos decir que gran parte del resultado próximo estará determinado por lo que el agricultor hizo en el invierno que por lo que haga en el verano, el doble cultivo es claramente superior a las alternativas de soja o maíz de primera.
A su vez, cuando vemos las diferentes alternativas de doble cultivo, colza-soja se destaca como la mejor opción, principalmente por el plus de rendimiento de soja que se logra atrás de la colza, pero la realidad es que los años que se logran excelentes rendimientos de trigo y cebada, puede ser la combinación con alguna de las gramíneas la que deje el mejor resultado. Por lo tanto, volvemos a la planificación como el principal seguro que tiene el agricultor para hacer frente a escenarios complejos, se debe planificar una buena rotación, que permita que los cultivos se potencien y diversificar riesgos.
Luego, tenemos la problemática del maíz. Por un lado, tenemos la desafortunada novedad de la chicharrita, si queremos minimizar el riesgo de que nos genere efectos negativos debemos ir a maíz de primera temprano, pero por otro lado se espera que el año sea Niña, con lo cual estos maíces tienen alta probabilidad de tener rendimientos malos, de alrededor de 4000 kg/ha, rendimiento que nos daría una pérdida de más de 300 US$/Ha, con lo cual la única alternativa económicamente razonable para el maíz es sembrarlo como segunda. *Ingeniero agróno e integrante de Cuatro Hojas, consultora agronómica